Libertad de expresión vs. discurso de odio
📄Libertad de expresión vs. discurso de odio: el campo de batalla de las redes sociales
Introducción
La libertad de expresión es un derecho fundamental protegido por el artículo 20 de la Constitución Española y por tratados internacionales como el CEDH o el Pacto de Derechos Civiles y Políticos. Sin embargo, en la era digital, este derecho se enfrenta a un dilema: ¿cómo equilibrarlo con la lucha contra el discurso de odio?
Libertad de expresión: un derecho amplio, pero no absoluto
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del TEDH ha sostenido que la libertad de expresión incluye opiniones impopulares o incómodas, e incluso aquellas que “ofenden, escandalizan o molestan”. Pero también reconoce límites, especialmente cuando se produce una colisión con otros derechos fundamentales, como el honor, la igualdad o la dignidad.
¿Qué es el discurso de odio?
No existe una definición única, pero se considera discurso de odio aquel que incita, promueve o justifica la violencia o discriminación contra personas por motivos de:
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Raza o etnia,
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Religión,
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Orientación sexual,
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Género,
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Nacionalidad, etc.
En España, el art. 510 del Código Penal sanciona con prisión la incitación al odio o a la violencia por estos motivos.
Las redes sociales como amplificador del conflicto
Plataformas como Twitter, Instagram o TikTok han democratizado la expresión, pero también han multiplicado los casos de acoso, amenazas, mensajes xenófobos o negacionismo. Estas plataformas tienen sus propias normas, pero su actuación suele ser tardía o insuficiente.
Censura vs. regulación
El principal debate gira en torno a si limitar ciertos discursos supone una forma de censura encubierta. Muchos expertos defienden la necesidad de regular sin reprimir, utilizando criterios de proporcionalidad y transparencia, y dejando siempre abierta la vía judicial.
La Directiva europea sobre servicios digitales (DSA)
La nueva normativa de la UE impone a las grandes plataformas la obligación de vigilar, eliminar y prevenir la propagación de contenido ilegal, incluyendo el discurso de odio, bajo riesgo de sanciones millonarias.
Conclusión
La libertad de expresión no puede ser una excusa para sembrar odio. La clave está en garantizar un debate libre, pero respetuoso, donde la dignidad humana sea el límite infranqueable.